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Historias de un cojo tuxtleco

Karla Barajas

7 de julio de 1993

La Calle Real

La Avenida Central, corazón de Tuxtla Gutiérrez, es la pista de carreras de frenéticos peatones que luchan por llegar primero a no sé dónde. Dos chicas dictan quién pasa y quién no, peatón o coche.

Recordé lo no visto, lo que me contaron de la hoy Avenida Central, antes Calle Real, en donde las carretas jaladas por burros conducían a las señoras con carga y a los viajeros acaudalados. A lado de esta calle contemplábamos la Pérgola del Parque Central y, por debajo, un mapa en relieve de donde brotaban ríos, alimento de la ciudad.

Vuelvo del recuerdo prestado y veo una banca verde, en la que tantas veces me senté, detrás de ella la iglesia de San Marcos. Nuevamente aparece la imagen de una vivencia incorporada: en el atrio de esta iglesia se encontraba el Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas, ahí recitaron sus poemas don Enoch Cancino Casahonda, Rosario Castellanos, Jaime Sabines... Cada paso en la Avenida Central es un paseo histórico...

Mmm..., no. Así ni quién me crea. Bueno, pos aquí está la grabación que lo confirma. Así me lo dijo el cojo, con puntos y comas. El Cojo, multifacético vende versos de la Avenida Central, el que pregunta:

Oye, ¿te recito un poema por unos pesos?

La cojita está embarazada —le respondí con una sonrisa en el rostro.

Me vio sin repudio, pese a lo sarcástico de la petición (Era cojo del pie derecho). Para mi sorpresa lo recitó.

Venga, te debo cinco. No traigo más, si no me quedaba pa’ escucharte recitar a Paz —le dije.

Este poema va por mi cuenta.

Y ahí estaba declamando Nuevo Rostro.

Mmm, no. Vamos otra vez. Sería creíble si escribiera…


8 de noviembre de 1993

El Cojo

No soy de aquí, ni soy de allá…” Jo, jo, ese soy.

No. Ya en serio. Nací en la calle; crecí en ella alimentado por pan, como el que trajiste, de estos comí muchos de a grapa, otros me han costado… disculpa el silencio y la seriedad, ¿por qué arrugas la cara?, ¿no se supone que el que entrevista no juzga?

No aprendí en la escuela, aprendí de grande…” se vale citar, ¿se vale? Pos me dijiste que tengo libertad para hablar, pos bueno ahí te va.

Mi edad no te la puedo decir, no tengo un acta en donde esté escrito mi nombre, calcúlale por las canas... ¿cuáles? si ni a pelo llego. O por mis dientes, mira están picados... ya ni tengo. Por las arrugas ni te fíes, que el sol se encarga de dejar su huella hasta en los niños.

Mira a aquel zarrapastroso como yo. ¿Le viste el pelo güerito? Mi amigo el doctor dice que es por la anemia. Su cuerpecito parece de ocho años. Tiene quince. Sus caras estropeadas delatan que no son niños. Míralos, están retequemaditos.

Apaga ya la cámara y te hablo en off the record. ¡Otra vez arrugas la cara!, se ve que eres estudiante. ¿Qué?, ¿tú crees que el vago es menso, o qué? Así podemos hablar como la gente decente.

Siéntate. Este es mi sillón, es de mármol. Pos sí, el piso de la Catedral. Vivo a las puertas de Dios, te protegen el alma, no el cuerpo. Sí, me protegen. Hace un tiempo, aquí mismo donde estamos hablando y comiendo este pan con pozol, un hombre me leyó un poema. Decía:

Y aquella niña tan bella enfermó del mal de amor —no recuerdo la otra parte—, dijo la niña temblando ya no volveré a llorar y cuentan algunas gentes que el cielo el aire y el mar en una noche de lluvia la fueron a sepultar.

Al amor nadie me lo presentó. Sí a la envidia, que al oír el poema llegó a su punto más alto. Una niña que lo tenía todo: belleza, familia... y murió por el amor. ¿Era acaso esto más sufrimiento que nacer con este muñón en lugar de pie...?, ¿con la cabeza inflamada? ¿Era peor que crecer caminando con la mirada baja para ignorar la repulsión que mi presencia provoca en las personas? ¿Qué puede ser más grande que el enojo, el coraje...? Eso: ¡el amor! Ella lo sintió y murió. Qué envidia.

Préstemelo —le dije.

Me regaló el libro. Sin su voz el poema era nada.

Enséñeme a leer como usted. Présteme su voz, présteme sus ojos para ver—, le pedí en otra ocasión. Y él cada martes me dedicó parte de su vida. Leer a él se lo debo, gracias a eso no soy un mendigo. Sí, vivo en la calle, mas gano cada peso recitando poemas, contando historias.

¿Cómo lee un pordiosero? Cruzas la calle y ahí está la biblioteca. Pero ahí no llego, me ven con asco, con desprecio, como si fuera a robarles las palabras a los libros. Por Dios, ¡yo cito!

Leo así: te doy la entrevista, me das pan y quiero tu libro, ése que traes en la mochila, ése que dices te costó recaro. Mi amistad la tienes, pero esta información cuesta. Ya sabes Marciel, y yo te hablo como quieras.

Querés te hablo tuxtleco. Si mejor te parece, como poeta. O mendigo. Spanglish: wie ist Ihr Name?, enchantée. Si quieres escoger un personaje más sencillo, entre los mendigos no lo vas a encontrar.

Otra vez, ¡Que tus ojos no te delaten, mi antropólogo! Aquí a mi lado descansan muchos, no te sientas importante, como puedes ver mi casa es un lugar internacional. Cansados de fotografiar, los turistas se sientan a mi lado, yo les ofrezco mis servicios, y ahí está el gringo diciendo que no malbarate mi trabajo. Desde luego esa moneda va para la fotografía del indígena, no para el cronista y poeta cojo. Y medio mascando sus idiomas he obtenido dinero del extranjero, su microinversión de hasta un dólar. Ellos sí valoran mis crónicas de Tuxtla, mis poemas, mis historias. No como tú, que cuando te conocí saliste con un mal chiste. Pensé en no gastar mis palabras en un cojo del cerebro. Pero como ves tampoco soy grosero, como tú comprenderás.


1 de enero de 1994

La madrugada del 1 de enero de 1994 será menos fría que las demás. No fueron sus pechos o sus caderas, ni el peinado de salón que tendrá en ella un mes sin ser tocado, o dos o tres días. ¡No!, tampoco fue el dinero de los fieles, las sobras de vino y comida que depositaron en mis manos este día.

Esta madrugada los ánimos del Parque Central se calentaron, los ánimos de la Avenida Central. Mientras los que se alejan enmedio de mis piernas decrecían al ver granaderos cercar las calles, ella se aleja. Es enemiga de la autoridad. No le robaron la inocencia, la perdió desde hace mucho, pero sí los restos de su dignidad y el dinero de incontables servicios.

Me encuentro detenido a las puertas de Dios que continúan cerradas. Hasta la Casa de Dios, Catedral de San Marcos, tiene horarios. Tomo la muleta. Bajo las gradas. Los militares cercan el lugar, ¿en qué momento llegaron? Corren en sentido contrario al mío. Mi vista está nuevamente a la altura del suelo.

La Catedral está ausente de locos diagnosticados y vagabundos. Sólo un cojo, qué pecado, ni drogadicto, ni ladrón, cronista nato, talento en vías de ser encontrado. Me enrosco, deseo llegar a la banca imperturbable en que a las seis de la tarde Marciel, el estudiante de antropología se sienta a entrevistarme. ¡Marciel, qué historia!

Cierro los ojos, espero que los granaderos que invadieron este parque desaparezcan. No funciona; tampoco lo hace con el hambre, el dolor y el frío. Además del lugar, invaden mi cabeza con sus gritos:

Tomaron San Cristóbal, Las Margaritas…-

De nada sirve la oscuridad, abro los ojos, los hombres se aferran a las armas, a las macanas, me dan miedo. Estoy cercado, la avenida central se cerró, no hay salida.

Soldados irrumpen, quiero llegar a la banca, sólo eso.

¡Quiero llegar a la banca señor, suélteme!- —le digo al soldado Pero éste no entiende, me arrastra, me saca del cerco, aventándome contra la pared.


Recuerdo que azoté contra la pared y luego con el piso. Mira, este piso no era rojo, lo pinté con mis sangre- —le digo a un rostro conocido cuando recobro la conciencia.

¡Qué madrazo te pusieron compadre!- —dice Marciel a un lado de los otros activistas. —No te preocupes, el EZLN declaró la Guerra al Gobierno, llegó el tiempo de la “Justicia y la Democracia” para todos los mexicanos.

Marciel saca de su bolso algo, estira el brazo, me da un pañuelo blanco con el que seco mi sangre. Valió la pena el derramamiento, ahora sí habrá justicia e igualdad.


La página en blanco

Pinche cojo me salió relisto. Mi libro, pan, y ahora mi amistad. Ya me imagino al grupo diciendo “no mames, es historia oral no cuento mal logrado”, y al maestro Alfredo Ruíz…, no quiero ni pensar.

¡Taaa madree!, y esta computadora que no más no se escribe sola. Veremos cómo sale el testimonio del Cojo.

Taaa suerte y esta cámara que ni prende, mmsh...



Entrevista a indigente en las afueras de la Catedral de San Marcos
Marciel Castellanos

La madrugada del 1 de enero de 1994 una puta se me acercó. Buscaba calentarme. Y a punto estaba de lograrlo cuando los granaderos invadieron el Parque Central. La vieja, a la que tantas veces se cogieron los policías de a grapa, se peló. Nomás vi sus nalgas alejarse.

Bajé las gradas de la Catedral y un pinche militar que me agarra y le digo: “¡Suéltame cabrón!” Me empieza a soltar macanazos. Nomás escuché decir a los verdes:

Tomaron San Cristóbal, Las Margaritas…

Estaba aquí encerrado, en pleno parque. Recuerdo que azoté contra la pared y luego con el piso.

¡Qué madrazo me pusieron compadre! Pero no te preocupes el EZLN declaró la Guerra al Gobierno, llegó el tiempo de la “Justicia y la Democracia” para todos los mexicanos.


Esta sangre, mi hermano valió la pena. Ahora sí habrá justicia e igualdad.


Acerca de la autora

Karla Barajas nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; en 1982. Desde 2004 publica cuentos, poemas, ilustraciones… en periódicos de Chiapas. Entre ellos Noticias Voz e Imagen y Semanario Mirada Sur, así como en las antologías "Cuéntame un blues", Antología de minificciones, Editorial La Tinta del Silencio(2013), “Poesía desde la coyuntura: voces para caminar”, Editado por el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (2017); y revistas nacionales como Revista Va de Nuez de Literatura y Arte, Guadalajara, Jalisco; El Beisman, Chicago; Poemas en Red, Proyecto Tijuana, y en Revista Enheduanna desde el 2016.

Publicó Valentina y su amigo pegacuandopuedes y La noche de los muertitos malvivientes, Editorial Imaginoteca, en el 2016; así como Neurosis de los bichos, Colección Minitauro, La Tinta del Silencio, 2017.

Participó en el “Primer Festival de Poesía Voces Contemporáneas rumbo a la Equidad”, Radio UNAM, Ciudad de México, Editorial Homo Scriptum, Artemisas Producciones, (2013), en D. F; por invitación de Maya Lima en el “3er. Grito de mujer. Festival de Poesía UAM”, en el Zócalo Capitalino, 9 de Marzo de 2013; en el “I Encuentro Internacional de Escritores en torno a Paradigmas poéticos y Narrativos”, Acequia Va de Nuez y Homo Scriptum, 30 de noviembre y primero de diciembre de 2012, Guadalajara, Jalisco; en el 6º Encuentro Nacional de Literatura, Al Sur de la Palabra, Coneculta y Colorín Colorado, febrero de 2012, Séptimo Encuentro Nacional de Literatura “Al Sur de la Palabra”, 19, 20 y 21 de septiembre de 2013; en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.

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