Ir al contenido principal

Acerca de nosotros

Somos un grupo de escritores dedicados a la narrativa, ese arte acurrucado, a veces olvidado, en los viejos páramos de nuestra travesía. Sorteadores de historias en un oleaje de palabras de mar bravío. Aunque a veces aquí también florece la poesía. Y quizá por ello se nos pueda ver como un grupo de sobrevivientes de alguno que otro apocalipsis personal. Sin embargo la esencia de nuestra búsqueda anida en el cuento, el ensayo, el relato y la novela.

Somos La voz enTinta que busca la hoja en blanco, barcaza con la que intentamos cruzar este océano bravo y amurallado, mar de la vida y la muerte.

En este espacio buscamos promover la creación literaria, y también difundir el trabajo realizado desde la total libertad creativa del arte, para coadyuvar en el despertar del gusto por la lectura de las nuevas generaciones y entregar obras de calidad a nuestros lectores. 

Y en el entendido de que el escritor funge como una antena que capta los mensajes provenientes del universo y los descifra para el navegante nocturno, sabemos que nuestra voz es también consciencia de su sociedad y testigo de su tiempo.

Somos La voz enTinta...

Porque tenemos vocación de palabra y pluma.

Porque somos palabra que no se irá con los vientos.

Somos La voz enTinta...

Porque la narrativa chiapaneca existe, tiene mil voces y tiene mucho que contar.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Billie Jean no es mi amante

Hugo Montaño* No negaré haberlo conocido. Fue una tarde cuando, atraído por el ritmo de un bajo hipnótico, llegué hasta la puerta de Melody, mi hermosa y adolescente vecina, quien me dijo: “Te presento a Maicol”. Lo vi entonces, con traje blanco, recostado junto a un tigre. — ¿Y qué oyes? — Biliyín —respondió al tiempo que levantaba la aguja del tornamesa para repetir la canción. Luego agregó: —He decidido que quien quiera ser mi novio tendrá que bailar y parecerse a Maicol Yacson. El ritmo del bajo rebotó en mi cabeza el resto del día. Miré de nuevo al personaje y me dije: “¡Está fácil!”. A la mañana siguiente compraba mi propio acetato en la Discoteca Americana. De regreso a casa un promocional de Pepsi me detuvo: una foto de Jackson en puntas  de pie   , de perfil, con el sombrero clavado y la leyenda “¿Quieres bailar como él? Reúne X cantidad de corcholatas y obtienes un guante plateado. Si reúnes Z cantidad de corcholatas obtienes uno dorado. Sé como Michae

Crónica de un Encuentro esperado

Ney Antonio Salinas II Encuentro de Escritores de Tapachula – AET, A. C. Del 27 al 29 de Abril de 2017 El tiempo encima; yo, bajando de los cafetales, del monte; el mundo avanzando como en cámara lenta, muy lenta, pero el segundero de mi reloj en su marcha hacia el caos iba endemoniado y sin pausa alguna. Entonces eché lo que pude a la mochila: una playera, mis libros, mi libreta de viaje y una pluma Parker que nunca se me despega. Olvidé la cámara; para bien llevaba celular. Olvidé la hora, pero traía el tiempo encima. Olvidé la paz de la montaña; para bien el rigor del sol deshacía mi sombrero. Un último café antes del viaje en un termo: iba corriendo calle arriba para buscar un taxi y los rostros en las puertas y ventanas arracimados de las personas viéndome pasar en medio de la lumbrera del día y mi café en la mano, hirviendo. –Pobre señor, ha de estar enfermito–, dijo una tía. Una señora pues. –¿Café, con este calorón?–, inquirió otro por ahí. Cuando pude abordar un t

Vacaciones

Nelly Gallardo Salí de vacaciones y fui a parar a Brujas, Bélgica, un lugar de mucha historia. Cuando llegué me hospedé en el hotel ”El Tinieblas”. Me asignaron la habitación 666. Cansado, sin más ni más aventé mi maleta y aún vestido me tiré a la cama. No sé si me dormí ni qué tiempo pasó, pero de pronto tuve la sensación de no estar solo. Abrí los ojos y me sobresalté. Vi una sombra que se acercaba a mí. Me paré como un bólido y la sombra lentamente se fue acercando y me decía sin palabras, sólo con su mirada penetrante: no temas, soy un ser fantasmagórico, te llevaré al otro mundo. “¡Ay!”, grité con fuerza “¡Déjame!, ¡déjame!”, pero la malvada me tomó del cuello tan fuerte que en el intento de zafarme me golpeé la cabeza y perdí el conocimiento. Cuando desperté estaba solo. ¿Cuántas horas pasarían? No lo sé ni quiero saberlo. Salí de la habitación. Me encontré con el botones. Le comenté lo sucedido. Él me dijo, riéndose con sarcasmo, que me asignaron la hab